CARAS VEMOS...

Es fácil identificar a Cesar Nakazaki Servigón, pues es el abogado más mediático de nuestro país desde que en el 2001 asumió la defensa del “querido y recordado” ex presidente Alberto Fujimori Fujimori. Pero, ¿quién es este chinito con problemas de acné? ¿Quién ese personaje que sale sonriente en la tv? Es un limeño de 45 años, graduado en Derecho y Ciencias políticas de la Universidad de Lima.

Para muchos es el más destacado abogado del Perú. Para otros es un inefable personaje que hace del abogado del diablo en la película de terror, que es la justicia peruana. Un personaje al que se le abren sus ojos chinitos mientras va contando los miles de dólares que sus “trabajitos” le dejan.

Esta bien, es muy probable que detrás de ese personaje exista una mente brillante. Al que la realidad le dió la contra y le hizo perder los casos más sonados e importantes, y no por la irregularidades, que Nakazaki denunció en su momento, sino porque las pruebas y testimonios son tan contundentes. Y que éste pretende desinflar mediante un juego de palabras en el que él mismo se pierde.

Es autor de argumentos como: “el grupo Colina no fue un grupo de aniquilamiento” o “existió el destacamento, cometió excesos, pero no es política anti subversiva, lo cual se le atribuye a Alberto Fujimori”. Pueden sonar a autoengaño pero de esa manera pretendía ocultar la verdad que cargaba en su conciencia y en la de sus defendidos.
Este chinito al que le gusta la peliculina y goza cuando los videos y los flashes apuntan hacia él. Fue un miembro de la Comisión Revisora del Código Procesal Penal encargada por el Congreso de la República, es catedrático en su Alma Mater, la Universidad de Lima, es el Coordinador General del Departamento de Derecho Penal y Procesal Penal de dicha Facultad de Derecho; así como en la Universidad Pedro Ruiz Gallo en Lambayeque.
Tantos títulos y tantos cargos que hacen impensable que alguien de su calaña se encargue de limpiar de polvo y paja a las personas que más le hicieron daño al país, al pueblo y a la democracia.

Yunli Gaspar